No hay banquete que no termine.
¡La fiesta ha terminado!
Un loco gritó así.
Bajó de la montaña.
Caminó hacia las bulliciosas calles.
¡Qué festín de cien años tan alegre!
La gente iba y venía.
La gente comparaba sus modales al comer.
La gente juzgaba su forma de vestir.
La gente evaluaba sus palabras.
La gente sacaba una y otra vez halagos y cumplidos para sus amigos y seres queridos.
La gente elogiaba el plato anterior.
La gente esperaba ansiosa el siguiente plato.
¡La fiesta ha terminado!
Un loco gritó.
El segundero del reloj seguía sonando.
Este molesto ruido de fondo.
La llama seguía ardiendo.
El vino perfumaba el aire, las canciones resonaban.
Los bailes hacían temblar el suelo.
Los niños miraban a los adultos alborotados, aplaudiendo o llorando.
Los petardos estallaban, cubriendo las risas y los sollozos.
¡La fiesta ha terminado!
Un loco asustaba a los niños.
Las cortinas rojas colgaban por todas partes.
Los recién llegados y los viejos se perdían en los buenos deseos.
Billetes se entregaban a las sonrisas de bienvenida.
La tinta roja registraba los números de la celebración.
El maestro de ceremonias seguía pronunciando palabras vacías una y otra vez.
Los invitados aplaudían generosamente una y otra vez.
¡La fiesta ha terminado!
El suspiro de un loco se perdía en el bullicio.
¡Qué hermosos fuegos artificiales!
Ella, con los ojos brillantes, envidiaba al hombre.
¡Qué hermosos fuegos artificiales!
Otro hombre le decía apasionadamente a otra mujer.
¡Qué hermosos fuegos artificiales!
Todos ellos decían al unísono.
El esplendoroso romance es una promesa, una garantía, una luz brillante en el cielo.
¡La fiesta ha terminado!
Un loco reía a carcajadas.
¡La fiesta ha terminado!
La gente se reía de las locuras del loco.
¡La fiesta ha terminado!
El corazón de los niños se estremeció.
¡La fiesta ha terminado!
El anfitrión miraba al portero con vergüenza.
¡La fiesta ha terminado!
El adivino predijo que el próximo minuto no sería un buen día.
¡La fiesta ha terminado!
La gente no podía distinguir si era la voz de Dios o del loco.
Los invitados se quedaron parados, atónitos.
La cocina estaba vacía.
Los petardos estallaron y se dispersaron.
Las luces se apagaron una a una.
En la nueva casa, el llanto se elevó en la oscuridad.